La Experiencia es una Escuela Dura pero los Necios no Aprenden en Otra - Pues Va a Ser que no


Debo a mi madre la familiaridad que tengo con esta frase. Me lo decía con fuerte ironía cuando mi sensatez y yo íbamos cada uno por su lado, cosa no infrecuente en mi adolescencia.

Y esta frase, junto con otra, la archifamosa "la experiencia es una profesora dura pues te pone el examen antes de la clase", resume de forma sucinta y escueta la idea que tienen muchas personas de la relación entre aprendizaje y experiencia. Bajo esta visión, la experiencia se ve como lo que en inglés se llama "the school of hard knocks", la "escuela de los golpes duros" ante lo que lo mejor que puede hacer uno es armarse de valor y una actitud entre positiva y estoica: aquello de "lo que no mata me hacer más fuerte".

A efectos de equilibrio hay otra frase, esta vez del célebre "padre" de la "calidad total" W Edwards Deming, que reza "la experiencia por si sola no enseña absolutamente nada". Y nos servirá  de punto de partida - pues la experiencia no es ni escuela ni profesor(a). Es, o debe ser, evidente que esta metáfora es, cuando menos, limitada y engañosa y que la experiencia, por enseñar, no puede enseñar nada.

La clave de la cuestión es que la relación que uno adopta frente a la experiencia y lo que hace con ella. La famosa diferencia entre 10 años de experiencia y diez veces un año de experiencia va por allí. La experiencia no es una escuela de ningún tipo y sin embargo es la fuente de todo aprendizaje (si incluso en la enseñanza formal).  Por eso cuanto más rica sea, mejor. Pero es evidente que hay personas que aprenden mucho con una experiencia relativamente pobre y por contrario personas con vidas muy acontecidas que parecen no aprender gran cosa.

Todos experimentamos. Todos tenemos experiencias. No todos las aprovechamos por igual.

Así que la cuestión es, quizá ¿como se "destila la sabiduría"? por citar a von Humboldt, es decir ¿cómo se convierte experiencia en conocimiento?

Pues el primer paso es recordar. Y hacerlo de forma activa. En cualquier sesión de formación, recomiendo comenzar con revisión activa. Esto es explorar junto con otros miembros del grupo (idealmente en grupos de 4 a 6 personas para conseguir un equilibrio óptimo entre la involucración de los participantes y la variedad y diversidad de experiencia. 

Hacerlo por pasadas es útil: Muy pocas personas recuerdan en detalle y subjetivamente lo que han hecho. Tenderán a recordar lo que más le ha impactado tanto positiva como negativamente. Hacer un primer pasada entre todos para rescatar la secuencia de acontecimientos permite que se entrene la capacidad de añadir un repaso sistemático de comienzo a fin a la clásica memoria más selectiva. ¿Por qué importa? Pues, entre otras cosas porque lo que más impactaba en su momento no era necesariamente lo más importante ni tampoco lo que más impactaría ahora. Esta apreciación añade un sentido del dinamismo de la experiencia y de la utilización de ella.

Después de una primera pasada, volvemos con una serie de preguntas principalmente procurando activar las diferentes maneras en que las personas han estado respondiendo. ¿Qué es lo que ha resultado más fácil/ más difícil? ¿qué es lo que ha resultado más interesante? ¿más relevante? Buscamos diversidad no consenso. 
Luego volvemos con una última serie de peguntas: ¿por qué lo hemos hecho así? ¿por qué has respondido así? ¿por qué más? 

El primer paso, recordar sistemáticamente y reflexionar de forma activa. 


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